jueves, 6 de diciembre de 2012

La ciudad ausente. Piglia. II.

Hace días terminé de leer la novela, pero me ronda en la cabeza el título y me pregunto por qué la llamó así. Creo que uno de los aspectos de la novela más relevantes es una crítica al concepto de construcción de la realidad ya que la problematiza.

Junior canta con el pensamiento, canta "Entre todos me pelaron con la cero". El tango Chorra canta el desengaño de un hombre frente a las mentiras de su ex-amada, quien le había dado una imagen falsa de sí y de su familia:




"Si hace un mes me desayuno / con lo que' he sabido ayer, / no es a mí que me cachaban  / tus rebusques de mujer... / hoy me entero que tu mama / "noble viuda de un guerrero", / ¡es la chorra de más fama / que piso la treinta y tres! 

Y he sabido que el "guerrero" / que murió lleno de honor, / ni murió ni fue guerrero / como m'engrupiste vos. / está en cana prontuariado / como agente 'e la camorra, / profesor de cachiporra, / malandrín y estafador! 


Entre todos / me pelaron con la cero"

Pero... cómo lector, debo desengañarme? Hay algo oculto? No sé. Sin embargo, no logro despegarme de la duda del título.

"La ciudad ausente". La ciudad que no está. ¿Es la ciudad un tema de la novela? Yo creo que no. No me parece. En cambio, la realidad si lo es. La realidad, la percepción, lo oficial y lo clandestino (en esto si está la ciudad), creo que pueden explicarme la ausencia del título. Únicamente le encuentro explicación en la máquina, para la que la ciudad es, existe, pero está más allá y por eso, creo, está ausente. 

La máquina se alimenta de la realidad y la replica adaptándola, un juego con el cuento William Wilson, crea dobles.

Esta duplicación se articula, creo, con los nudos blancos y la adquisición del lenguaje, tal como se los presenta en la novela.

Los "nudos blancos" refieren a un núcleo de memoria que funciona como mito:

"-Hay que actuar sobre la memoria -dijo Arana-. Existen zonas de condensación, nudos blancos, es posible desatarlos, abrirlos. Son como mitos -dijo-, definen la gramática de la experiencia. Todo lo que los lingüistas han enseñado sobre el lenguaje está también en el corazón de la materia viviente- El código genético y el código verbal presentan las mismas características. A eso lo llamamos los nudos blancos. Los neurólogos de la Clínica pueden intentar la interveción, habrá que actuar sobre el cerebro"

"¿sabe cómo empezó todo? Le voy a contar. Siempre empieza así (...) yo tenía un tallercito en Azul (...) había empezado a combinar ciertas formulas, a hacer cálculos, nada muy definido, recién se empezaban a difundir las hipótesis de Gödel y de Tarski y yo las aplicaba a un receptor de radio, había logrado construir, no un transmisor, en ese entonces, sólo un grabador, tenía el ropero lleno de cintas, voces grabadas, letras, no podía transmitir, sólo podía captar, en el éter, las ondas, los recuerdos (...) Y me dijo algo que temo no explicar bien por falta de memoria, Macedonio (...):

-Que es muy interesante tratar de buscar en la música los acordes fundamentales de los cuales, tal vez, derivaría todo el universo.

Como si buscara una especie de célula primordial, el nudo blanco, el origen de las formas y de las palabras, en el rasgueo de una guitarra, en la melodía que se repite y se repite sin terminar. Un núcleo que es el origen de todas las voces y de todas las historias, una lengua común que está como grabada en el uelo de las aves, en el caparazón de las tortugas, una forma única (...)

Había descubierto la existencia  de los núcleos verbales que preservan el recuerdo, palabras que habían sido usadas y que traían a la memoria todo el dolor. Las estaba anulando de su vocabulario, trataba  de suprimirlas y fundar una lengua privada que no tuviera ningún recuerdo adherido. Un lenguaje sin memoria, personal, él escribía y hablaba inglés y el alemán, así  que mezclaba un idioma con otro, para no rozar la piel de las palabras que había usado con Elena."

La máquina, Elena, adquiere el lenguaje como lo hace el personaje de "La nena": incorpora una secuencia que funciona como memoria y luego la adapta, la transforma recreándola, pero manteniendoalgunos tópicos. Así como en la historia de La nena se repite la estatua y el anillo, en la historia de La Maquina se repite Macedonio, el ingeniero, etc.

"Junior se recostó en el asiento. En el reloj del Museo eran las tres de la tarde. Abrió el sobre. El relato se llamaba Los nudos blancos. Una historia explosiva, las ramificaciones paranoicas de la vida en la ciudad. Por eso hay tanto control, pensó Junior, están tratando de borrar lo que se graba en la calle. La luz que brilla como un flash sobre las caras lívidas de los inocentes en la foto de los prontuarios policiales."

La historias de Elena incorporan elementos de la realidad. Creo que La Isla es una metáfora autoreferencial, de la máquina en sí. Ambas son puro lenguaje, prácticamente sin memoria e incorporan elementos de la realidad, deshechos que llegan del río a la Isla y los deja la resaca, mientras que la maquina incorpora lo clandestino de la ciudad en sus relatos.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La ciudad ausente. Piglia.

La ciudad ausente, segunda novela de Ricardo Piglia, publicada en 1992. Está dividida en cuatro capítulos: "El encuentro", "El museo", "Pájaros mecánicos" y "En la orilla".


Es una novela rara, compleja, experimental, intrincada. Es una de esas novelas que al terminar de leerlas uno dice ¿que carajo es esto? y se queda pensando.

Inicia con la presentación de Miguel (Junior) Mac Kensey, periodista, divorciado, padre de una hija a la que ya no ve y extraña. Intentado escapar de su recuerdo recorre Argentina "con los ojos de un viajero el silgo XIX". Luego de un par de años así anda corto de efectivo y comienza a trabajar como periodista para diario El Mundo.

Desciende de ingleses, de los ingleses que, como dice Junior, inventaron el periodismo moderno mientras comerciaban o contrabandeaban en "los territorios donde todavía no había llegado la revolución industrial". Léase, por estos pagos.

En El Mundo conoce a Emilio Renzi, personaje que está en otras novelas de Piglia y que es un alter ego, tiene alguna que otra cosa autobiográfica, por ejemplo: el nombre completo de Piglia es Ricardo Emilio Piglia Renzi.

Como al pasar, la narración dice: "Renzi lo llevó a recorrer la redacción para que conociera a los otros prisioneros". Al principio lo tomé como una ironía, el diario como cárcel y sus trabajadores como prisioneros. El yugo, bah. Pero después la trama (o las tramas) se va haciendo un tanto complicada, varias narraciones se superponen, y se pasa de una a la otra al toque, a veces a cambio de párrafo, a veces a punto seguido. En una de esas líneas, la ciudad está controlada, dominada por "ellos" (después sabremos que son  militares). Son anónimos con control policial, un orden que rige. Por supuesto, hay un movimiento clandestino. Esto y "la máquina", le da, para mí, un toque de ciencia ficción, un estilo philipdickeano con atmósfera patente de censura y autocensura, de opresión, de persecución:

"En la calle los autos iban y venían. 'Vigilan siempre, aunque sea inútil', pensó Junior (...) se metió en el subte. Dirección Plaza de Mayo. Iba recostado contra el vidrio, medio dormido, se dejaba mover por el vaivén del vagón. Se miran unos a otros, los giles, van bajo tierra para eso. Una vieja iba parada, la cara hinchada de llorar. Gente sencilla, proletas vestidos de salir, ropa moderna, de Taiwan. Parejas tomadas de la mano, vigilando por el espejo del vidrio. Los morochos. Los peronios, como decía Renzi. 'Entre todos me pelaron con la cero', cantó Junior en silencio. Soy el mudo. Canto con el pensamiento."

Junior se hace cargo de las investigaciones especiales del diario. Es un investigador. La novela, tiene también algo de policial, motiva al lector con intriga, lo mueve a reflexionar qué es lo que está leyendo, es autoreferencial y está construida con muchas referencias a otras obras. La historia Macedonio Fernandez es parte de la novela. La historia de Macedonio y Elena, su difunta esposa, son parte del argumento y ellos son personajes. La muerte de Elena es uno de los pilares estructurales macedonianos. Ella es La Eterna, una suerte de Beatriz que en tanto muerta y ausente, esta presente en casi todas las obras de Macedonio.


En la novela, cerca del final se cuela un fin de párrafo, resaltado en bastardilla. Dice: Nada dejó que no doliera. Es un verso de Macedonio que dice:

Amor se fue, mientras duró
de todo hizo placer.
Cuando se fue
nada dejo que no doliera.

Hay varios libros de Macedonio que son importantes, de hecho, él es importante en literatura argentina. En la época de rencillas literarias porteñas entre Boedo y Florida, allá por la década de 1920, los grupos se peleaban por su apadrinamiento. En vida, publicó muy poco (se sabe que hay un archivo enorme todavía por descifrar -según he leído por ahí, los manuscritos son de letra indescifrable-) y cosa rara sus ahijados más famosos son los de Florida: Borges, Scalabrini, Marechal... Pero publicó en el grupo de Boedo. 

Entre sus libros, el que más importa para esta novela de Piglia es "Museo de la Novela de la Eterna". Este libro, vanguardista, consta de 56 prólogos. Si, 56. Y algunos capítulos. Lleva el subtitulo de "Primera novela buena". Y debía ser vendido junto a "Adriana Buenos Aires. Ultima novela mala" (no se si oyó hablar de la novela de Marechal: "Adán Buenos Aires"). Lo de mala y buena es así: Macedonio era antirealista, no le gustaba ni medio, hacía alucinar al lector y el quería un lector que participara de lo que leía, que estuviera consciente de la realidad de la lectura. Por lo tanto, la novela mala es realista, y la buena es otra cosa. Se imagina un tipo de lector, el salteado. No hay mucha ciencia en esto, el lector salteado es el que lee de a saltos. y para crearlo cambia la acción, la linealidad de la novela con frecuencia. Obligando al lector seguido, a leer salteado. Y esto el libro de Piglia es algo que comparte. 

Pero mejor volver a Junior y "la maquina". La máquina es noticia, y Junior la investiga. La máquina emite historias. Según Renzi, Junior había captado velozmente las primeras transmisiones defectuosas de la máquina, gracias a que su padre, un ingeniero inglés que trabajaba para el ferrocarril en la patagonia, escuchaba las emisiones de la BBC para desconectarse del medio en que vivía y alucinar con su tierra natal. Esto le recuerda Renzi la anécdota de su padre escuchando cintas de Perón grabadas en Madrid (un rasgo autobiográfico: el peronismo). Renzi dice: 

"Me acuerdo de eso, dijo Renzi, cada vez que me hablan de las grabaciones de la máquina. Sería mejor que el relato saliera directo, el narrador debe estar siempre presente. Claro que también me gusta la idea de esas historias que están como fuera del tiempo y que empiezan cada vez que uno quiere."

Dato importante ese. Las historias de la máquina están como fuera del tiempo. 

Renzi narra otra anécdota, en total cuenta tres: la de la cinta, la de "Fray Luis Beltrán" (alias de un militante peronista de la resistencia), y la de Lazlo Malamüd, un inmigrante de Europa del este que llega a Argentina siendo el mas grande experto de allá en la obra de José Hernández, lo había traducido al checo y lo recitaba de memoria, pero paradójicamente no podía hablar español coloquialmente, sino que tiene el tono gauchesco en una amalgama grotesca. Dice por ejemplo: "-No trabajar entonces muerto de pena estraoridinaria" o "Una vida desgraciada. Yo no merece tanta humillación. Viene primero el juror después la meláncolia. vierten lágrimas los ojos, pero su pena no alivia". Si se quiere, se puede ver en estos últimos dos personajes, una actualización de referentes históricos. Piglia juega con la Historia argentina, hechos, epocas, ideas se cuelan entra las narraciones y pueden ser reconstruidas por el lector.

Una mujer llama a Junior con información de la máquina, le pide que vaya a ver a Fuyita, un coreano guardia, "un pistolero" del Museo, que van a cerrar. La máquina, dice la mujer, "está conectada; ni ella lo sabe. No se puede desligar, sabe que tiene que hablar conmigo, pero no se da cuenta de lo que pasa". La máquina es una mujer conectada a algo. Dice Renzi sobre Malamüd: 

"Siempre pensé que ese hombre que trataba de expresarse en una lengua de la que sólo conocía su mayor poema, era una metáfora perfecta de la máquina de Macedonio. Contar con palabras perdidas la historia de todos, narrar en una lengua extranjera.
-¿Ves? Me dieron esto -le dijo a Junior, y le mostró un casete-. Un relato extrañisimo. La historia de un hombre que no tiene palabras para nombrar el horror. Algunos dicen que es falso, otros dicen que la pura verdad. Los tonos del habla, un documento duro, que viene directo de la realidad. Está lleno de copias en la ciudad. Las hacen en Avellaneda, en talleres clandestinos de la provincia, en los sótanos del Mercado del Plata, en el subte de 9 de Julio. Dicen que son falsos, pero así no la van a parar -se reía Renzi-. Si empezó con Cambaceres, la novela argentina, el verso patrio, sobre eso tenés que escribir, Junior, ¿qué estás esperando?.
-Hay una mujer -dijo Junior-. Me llama por teléfono, me pasa información. Ahora dice que vaya a un hotel, el Majestic, en Piedras y Avenida de Mayo, hay un tipo ahí, un tal Fuyita, un coreano que trabaja de seguridad, el sereno. No se, por ahí trabaja para la policía.
-En este país los que no están presos trabajan para la policía -dijo Renzi-. Incluidos los ladrones." 

Junior va a ver a Fuyita. No lo encuentra. En su lugar está Lucía Joyce. Antes ocurre un incidente con el portero, Junior parece un tipo duro, un detective de novela negra. Joyce, el nombre es clave, James Joyce, autor de Ulises. Tuvo una hija, bailarina, pierde la razón. Lucía Joyce es bailarina. Esta golpeada, es alcohólica. Dicen que J. Joyce consultó a Jung por el caso de su hija, ellos mantenían una profusa correspondencia a partir de la cual el autor escribe un par de cosas, Jung le tira una frase celebre: "Allí donde usted bucea, ella se ahoga". O algo así. 

Me parece que hay un juego en el dialogo de Junior y Lucía en cuanto a la oposición ciudad/campo, se actualiza el típico paradigma de civilización o barbarie. Se lo da vuelta, con algo que en la realidad es al revés. En la idea sarmientina la ciudad es la civilización, y el campo la barbarie. En la novela, el campo es bárbaro pero con problemas que en realidad son de la ciudad: "En la provincia hay mucha heroína, en el campo, por el valle, todo el mundo consigue, andan con los sulkys, los chacareros italianos la llevan escondida en las botas (...) Cómo no se puede dejar, sos loco, te tenés que ir a un lugar donde no hay, que no se puede conseguir aunque te mueras. Me fui del pueblo que te la venden hasta en los kioscos de chicle y vine a la Capital y me encerré en un baño tres días". Sin embargo, si consultan datos reales sobre heroína, es un droga de muy bajo consumo en el país que sólo participa como lugar de tránsito hacia los centros consumidores: Estados Unidos, Europa.

En la conversación se aclara, mas o menos, qué es la máquina, y se tiran algunos nombres, lugares, que sirven como pistas para la investigación de Junior:

"-(...) ¿Fuiste al museo ya? Hay una maquina, ¿sabes o no? En todo eso hay algo muy raro.
-Niet.
-Todo es científico. Nada maligno. Una vez conocí un tal Russo que había inventado un pájaro de chapa que anunciaba la lluvia. Esto es igual. Ciencia pura, no religión.
-No-dijo Junior-.¿La máquina es una mujer?
-Era una mujer.
-La encerraron.
-Estuvo un año en una clínica. No le digas que te dije por te mata, Fuyita. No bien sepa que viniste. Es celos como una víbora.
-En el campo las mataba con la horquilla. Así- dijo Junior, e hizo el gesto de clavar algo en el piso-. A las culebras. ¿Te llamas Elena vos?
-Yo no, ella. Yo soy Lucía (...)"

El primer capítulo, "El encuentro", se divide en 3 partes, llamadas: "1", "2" y "La grabación". Ésta última, se entiende, es el contenido del casete que le Renzi a Junior, la obtuvo clandestinamente, en los sótanos del Mercado del Plata. Comienza con una anécdota sobre el primer anarquista argentino, un gaucho que conoció a Enrico Malatesta, quien fuera uno de los fundadores de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, el primer sindicato argentino de panaderos. 


Esta historia se utiliza como introducción para un relato anónimo, de El Tarta. Es difícil saber si el Tarta es una persona una característica social, enunciada con mayúscula. De cualquier manera, eso no es importante, lo importante es la unión histórica entre gauchaje, anarquismo y sindicalismo en oposición al Partido Autonomista Nacional. 


A partir de la historia de este gaucho, Juan Arias, asesinado por matones del PAN se llega a otra que recoge un testimonio verídico, en una comunión discursiva: 


"en la provincia lo llamaban el Falso Fierro, porque cuando no sabía cómo convencer a la gente y se quedaba sin palabras empezaba a recitar el poema de Hernández. Los gauchos hablan en versos y los obreros son tartamudos. El Tarta, todos lo conocen, flaco, ojos saltones, mirada huidiza. En el mundo del trabajo, en las fábricas, no se habla así, de golpe, de primera. La palabra obrera, la palabra obrera es el balbuceo, tartamudea y tiene dificultades para expresarse. Se puede ver claramente en la televisión cuando, por ejemplo en una entrevista, se le pide a la gente del mundo obrero que exprese algo. Habrá que dejarlos entonces por lo menos cinco o seis minutos más que a los otros, porque sus palabras van entrecortadas por silencios, menos en el caso de los representantes sindicales, que hablan como los locutores y hacen su frase en el momento. Es una expresión que yo conozco muy bien. Decí tu frase, decí tu frase, contá, y el hombre tiene dificultades para contar y decir su frase, su tragedia. La finada mi madre me había contado ya de un paisano al que lo fusilaron en una plaza, atado a un poste, con una escopeta. Nunca se pudo olvidar del hombre, que era bajito y extranjero, porque en los autoparlantes del pueblo seguían pasando la música y la publicidad como si nada, mientras lo mataban. Yo he visto cosas que quisiera empezar de nuevo otra vida, sin recuerdos, si ya estuve por dejar a mi mujer y a mis hijos (...) aunque si uno se va igual los recuerdos vienen con uno. Los mataban como a gorriones, corriendo encapuchada qué puede hace una persona, maniatada, los fusilaban a los dos metros y los tiraban en los pozos"

A continuación, presento extractos de la declaración de José Julián Solanille, en el Juicio a la Juntas, el día 26/6/1986, y su correlato en la novela de Piglia. Los extractos son prácticamente idénticos, para una más fácil comparación utilizo grafía de diferente color. La hasta aquí utilizada para la ficción, en amarillo para el testimonio:

"Por ese entonces yo me encontraba trabajando con un señor de apellido Maradey, Maneco Maradey. El campo está ubicado, comúnmente yo lo llamaba Las Lomitas, al otro lado del bosque, un campo de dos mil, tres mil hectáreas, las cuales llegaban a La Calera, a Diquecito, La Mezquita, yo cuidaba los animales, haciamos siembra, tenía un tanto por ciento de los animales cuando se realizaban las ventas, no era sueldo fijo. Trabajé ahí con ese señor todo el mes de abril y había algunas anormalidades en esos campos, gente con armas, al fondo fondo de todo, pasando la tranquera, un cuartel, un galpón más bien, ubicado sobre las dos autopistas de Carlos Paz, no estaba habilitada la ruta, había un camino que se llama el Camino viejo a La Calera, que estaba medio cortado por un asfalto, al sur de Malagüeño, al norte de Malagüeño, perdón, donde yo tenía un tambo, habría unos quinientos metros al pabellón ese; estábamos limpiando los tarros con mi mujer y yo tengo el incidente del ternero. Resulta que ahí, donde está el maizal, ve, hay un pozo en el cual a mi se me supo caer un ternero, un pozo, tenía dieciocho metros justos, yo le voy a explicar porque tenía dieciocho metros justos, porque se me cae el ternero al pozo, así abovedado, de mayo a menos, no se observaba de afuera nada, balaba el ternero adentro y una vaca escarbaba, afuera, así con la pezuña, balaba llamando el ternero, entonces voy y le pido a este amigo, Maradey, justo salía en camión, él, que me preste unos tablones que se me había caído un ternero en el pozo, en un pozo de molino, pensé primero, ¿no?, entonces voy con dos peones, para traer unos caballos grandes, unos percherones, y yo me fui hasta Malagüeño y pedí una piola de cuarenta metros -me dieron-, justo, mas o menos tiene cuarenta metros la piola; bueno, pusimos los tablones así y hasta que con unos espejos empezamos a alumbrar para abajo, para localizar el tenero , era vemos, no le puedo decir, este hombre, Maradey, no le importaba, a él no le importaba nada, la imagen esa, nadie se lo puede imaginar, lo que había en ese pozo, esos cadáveres (...) y, alumbrándome yo con los espejos, doblé la piola y agarré al medio, le hice una armada en una punta y a la lardo, el ternerito estaba parado, era un ternero negro, medio flaquito, alto, clavado en las patas, y a medida que iba largando la piola -miraba por el espejo- había cualquier cantidad de cosas terribles adentro, cuerpos, amontonados, restos, incluso una mujer hecha un ovillo, sentada, así, con los brazos cruzados, hecha un ovillo, joven la mujer, se ve, la cabeza metia en el pecho, todo el pelo para abajo, descalza, el pantalón arremangado, para arriba había como otra persona (...)


"Está ubicada sobre las dos autopistas de Carlos Paz; no estaba habilitada la ruta, había un camino que se llama el Camino Viejo a La Calera, que estaba medio cortado por un asfalto, al sur de Malagueño, al norte de Malagueño, perdón: a unos 1.500 metros posiblemente de la Ruta 20 y donde yo tenía el tambo, más o menos, habría unos 500 metros al pabellón éste; estábamos haciendo el tambo con mi esposa y en eso los perros torean, veo que brillaban armas, mucha cantidad de gendarmes. Yo llamé a los perros y vi que se empezaba a retirar la gente. A la tarde, aproximada mente a las 8.30 o 9 del día 27, me traen un animal yeguanizo que yo estaba adiestrando y se me vino el tanque de guerra de arriba con mucha gente; venía comandándolo un capitán que no recuerdo cómo lo nombraban. Me dijo que largue el tungo, que cualquier movimiento raro me hacía volar con animal y familia y todo, porque yo le grité que esto está arrendado, qué pasa con usted; y que inmediatamente raje con rastrojero, que apague todas las luces. Eso pasó. A los pocos días, a los cuatro o cinco días, yo le conté a este señor SAAD y me dijo que me quedara tranquilo, que no pasaba nada. Medio me cambió un poquito, seguí. Cuando pasábamos con los tractores, vuelta a vuelta se nos cruzaban algunos armados, qué andamos haciendo, que había algunas bombas desactivadas, otras que se tiraban con los morteros, porque a veces se desviaban los tiros, y me hicieron unas preguntas y no gustaron mucho. Yo dije a SAAD que me quería ir; entonces un día, yo quería ir a apagar una bomba que tenían prendida en el fondo del campo, lindante a la vía con la loma El Torito; yo en ese entonces no conocía la Loma El Torito... (...) La loma El Torito son todos campos naturales de piedra y pradera, todo pasto de raíz; el animal de vientre lo busca mucho, es un animal que está en gestación, no se hace cultivo en esa parte, no se hacía nada en ese tiempo. He visto en una oportunidad que hay maíz sembrado, bueno... (...) Todo el campo, yo lo he visto desde arriba, tiene 20.000 hectáreas; pero donde yo estaba, aproximadamente 2.000 y pico de hectáreas. Comprendía toda la loma El Torito, el Quebrachal. Yo estuve encargado de otro campo... (...) Resulta que de ahí seguimos a un pozo, en el cual a mí se me supo caer un ternero, un pozo... tenía 18 metros justos, yo le voy a explicar por qué tenía 18 metros justos, entonces se nos cae el ternero al pozo, era así abovedado... o sea... de mayor a menor, no se observaba de afuera, balaba un ternero adentro y una vaca estaba afóera, así.., balaba llamándo al ternero, entonces fui y le pedí al principal SALDIVIA, justo salía en camión él, que me preste unos tablones, que se me había caído un ternero en el pozo, en un pozo de molino; entonces fui con los soldados, hice cargar los tablones con los soldados, a traer unos caballos grandes. unos percherones, y yo me fui hasta Malagueño y pedí una piola de 40 metros —me dieron—, justo más o menos tiene 40 metros la piola; bueno, pusimos los tablones así, hasta que con unos espejos empezamos a alumbrar para abajo, a localizar el ternero, era... yo ya estaba más o menos acostumbrado, el soldadito me acompañó mucho, ese hombre que yo tenía no le importaba, a él no le importaba nada, así que más o menos habrán sido alrededor de cuatro o cinco soldados y este hombre y yo, armamos con esa piola una torre y alumbrándome, yo con los espejos, doblé la piola y la agarré al medio, le hice una armada en una punta, entonces la largué... el ternerito estaba parado, era un ternero negro, medio flaquito, alto, y a medida que iba largando la piola —ya después de haber visto al ternero—, había cualquier cantidad de cosas raras adentro, había cualquier cantidad de restos, incluso una pierna levantada para arriba, descalza, el pantalón arremangado... así, para arriba, había como otra persona... como sentada, pensé que era una mujer caída.., con los pelos para adelante, brazos... así retorcidos... mucha cantidad, parecía... no sé, bueno, saqué el ternero, hasta que lo pudimos meter en el medio, lo sacamos para afuera, se había quebrado la mano derecha, arriba sobre la paleta, el ojo tapado, lo sacamos,.. un olor bárbaro tenía, pobrecito; bueno, ya le comenté yo a SALDIVIA, no había ningún problema; bueno, cuando fuimos con la CONADEP..."


"La grabación" y el testimonio de Solanille continúan y son tomadas más partes aún por Piglia. Estos pozos, pertenecían al Centro Clandestino de Detención de La Perla, en Córdoba.